"Tenía la idea de que el sistema inmunológico iba a poder combatir el cáncer"

14.02.2024
BUENOS AIRES, febrero 14: José Mordoh, líder del grupo que desarrolló en la Argentinba una vacuna terapéutica contra el melanoma, explica cómo funciona Vaccimel, que es el resultado de un trabajo de años del equipo.

-¿Cómo surgió la idea para el desarrollo de la vacuna Vaccimel para melanoma?

-Comenzó con un programa de investigación que elaboré hace años en base a mis conocimientos como médico e investigador científico del CONICET. Tenía la idea de que el sistema inmunológico iba a poder combatir el cáncer. En ese momento —la década de 1980— esa era una noción que se descartaba, porque no había resultados concretos y el tema se había trabajado poco. Partí de ese concepto básico y bastaba elegir en qué tumor iba a desarrollar el proyecto. Eso llevó algunos años y algunos intentos con otros tumores, ya que el sistema inmune es sensible al uso de la quimioterapia, que afecta a células tumorales, pero también a células del sistema inmunológico a la médula ósea. Entonces, si uno citaba a pacientes, por ejemplo, con cáncer de mama, ellas ya venían politratadas con quimioterapia y sus sistemas inmunes estaban muy afectados, no funcionaban normalmente. Para llegar a esa conclusión, tardé años. Entonces ahí comencé a pensar en el melanoma. Las razones fueron que era un tumor que crecía en incidencia y que no se sabía cómo tratar. Por ende, no tenía el problema de esos tratamientos previos que destruyen la médula ósea. Y había ciertos indicios de que el melanoma podía estar relacionado de alguna forma con el sistema inmunológico, ya que la literatura hablaba de casos muy esporádicos (relatados como raros) con remisiones espontáneas, que el tumor desaparecía solo, sin intervenciones de ningún tipo. Por otra parte, la enfermedad vitíligo (manchas blancas en la piel) ocurre cuando el sistema inmune ataca a los melanocitos, células normales que son las precursoras del melanoma sintetizan melanina. Entonces había una necesidad, una disponibilidad y un posible indicio de que eso podía llegar a funcionar.

-¿Podría detallarnos cómo siguió la investigación?

-Cuando estuve trabajando en bacterias con François Jacob en el Instituto Pasteur de Francia, empezamos a entender mecanismos de biología celular básica, de la división y de la duplicación del DNA, de la síntesis del DNA, pero también vimos qué fácil era hacer resistencia a distintas drogas y esa resistencia era ampliamente comprobada en las células humanas cuando se usaban quimioterápicos (al poco tiempo las células se hacían resistentes y ya el paciente no respondía más). Supimos entonces que teníamos que emplear muchos antígenos para dificultar que la célula tumoral pudiera hacer resistencia a todos los antígenos que le estábamos dando. Y ahí surgió la idea inicial de hacer una vacuna con una enorme cantidad de antígenos. En ese momento —recordemos que era la década de 1980—no sabíamos cuántos antígenos (faltaban todavía 20 años para que estuviera listo el programa del genoma humano y uno supiera la cantidad de antígenos de células normales y tumorales) Además, poco tiempo antes César Milstein había descubierto la técnica para fabricar anticuerpos monoclonales contra un antígeno. Cabe aclarar que en el campo del melanoma todavía queda mucho por saber, no conocemos exactamente todos los antígenos involucrados y no hay todavía un anticuerpo monoclonal terapéutico contra el melanoma.

En ese contexto, comenzamos a aislar células de diferentes pacientes, ponerlas en cultivo, estudiarlas, ver cómo se comportaban, cuál era la tasa de división, si eran o no estables. Todo ese proceso comenzó en la Fundación Instituto Leloir, hasta que las líneas estuvieron probadas y listas. Y, para 1997, creé el Centro de Investigaciones Oncológicas de la Fundación Cáncer (FUCA), que funciona en el Instituto Alexander Fleming, donde seguimos el proyecto.